Oh nuestra preciosa Señora de la Esperanza
Sacratísima Virgen María y Madre admirable
adornada de todas las luces del Cielo,
llena de gracia y paraíso de todas las
virtudes,
por tu bello espíritu y extrema grandeza
con profunda reverencia te doy alabanzas
eternas,
y por ser Abogada incomparable,
auxilio que nos alienta, seguro asilo
y de todos los bienes puerta,
por ser la gran esperanza de nuestras vidas:
en tus brazos me abandono y a tu sombra me
acojo.
Oh Virgen Inmaculada, Estrella de la
esperanza,
Tú que nos libras de las aguas más violentas,
eres piedra firme de salvaguardia,
refugio contra todos nuestros males y
enemigos
y consuelo en nuestras penas e infortunios,
Tú que siempre estas dispuesta
y por tu caridad inmensa eres fuente de
aliento,
recibe mis suplicas con interés e indulgencia
y llévalas a los Cielos para que reciban
consentimiento.
Madre bendita y excelsa, mi Señora de la
Esperanza,
Tú que fuiste enriquecida con miles de dones
y gracias
y todos las empleas en beneficio de nosotros
tus hijos,
Tú que con innumerables prodigios y milagros
manifiestas lo mucho que te agrada el culto y
veneración
que con fervor te damos los fieles en esta tu
Imagen Santa,
Tú que nunca desamparas a quien te pide
clemencia,
ayúdame a salir de esta desesperada
situación,
haz que consiga de la bondad de Dios
urgente remedio para este difícil problema:
(decir con inmensa esperanza lo que se quiere
obtener).
Reina grande y Madre tierna de poder y
compasión
por las bendiciones con que el Altísimo te
colmó
recibe mi plegaria y obtén para mi solución.
Que a través de tu Corazón me lleguen ríos de
favores
mucha paz, amor y bendición,
yo te ofrezco en acción de gracias mi
adoración de amor,
y porque sé que eres buena
hoy y siempre yo con tranquilidad descanso en
Ti,
mi preciosa Virgen de la Esperanza.
Soberana Emperatriz de los Cielos
que tu humildad y entrega ante Dios Padre
marque nuestras vidas y sea ejemplo para
nuestras almas,
que tu brillo nos guíe en nuestro camino
y sea nuestro escudo y fortaleza para la felicidad
nuestra;
enséñanos a amar, a creer, a tener fe, a
esperar contigo
danos esperanza en este diluvio de penas
y en la vida y en la muerte ampáranos Madre
nuestra.
Así sea.