Oh
María, Virgen Soberana,
Gloria
de los justos,
La
hija más humilde del Padre.
Madre
pura del Hijo.
Te
amo y te ofrezco todo mi ser
Para
bendecirte.
María,
llena de bondad y misericordia,
Me
acerco a ti y te invoco.
En
estas horas de amargura
Ruego
por tus favores
Madre
admirable,
Madre
de la gracia divina,
Verdadero
consuelo del que llora,
Dulce
abogado de los pecadores,
La
presencia constante de Dios,
Ten
piedad de todos los que amo;
Por
tu Corazón Inmaculado,
Sagrado
y Templo de la Santísima Trinidad,
Asiento
de tu poder,
Trono
de sabiduría y océano de bondad,
Alcanza
nuestros corazones y has
Un
nido en el que reposes para siempre.
Dame
lo que tanto necesito,
Que
con todo el fervor de mi alma te pido,
Por
los méritos de Jesús y los tuyos,
Si
es para la gloria de la Santísima Trinidad
Y
para el bien de mi alma.
Vengo
a ti como un poderoso intercesor,
Para
preguntarte por esta muy difícil necesidad,
Debido
a este problema imposible
Que
tanta desesperación me causa
Y
que me resulta inalcanzable por mis medios débiles:
(Haga
la solicitud con inmensa confianza)
Y,
aunque para mí es casi imposible conseguirlo,
Tu
mano me lo concede,
Y
así puedo ver resueltas
Dificultades,
preocupaciones y dolores.
Santa
Virgen, noble reina de los ángeles,
Recuerda
que eres mi madre,
Tú
que nos pusiste en comunicación con tu Hijo,
Nos
das los medios para llegar al Altísimo,
Os
imploro que presentéis mis peticiones.
Dulce
María, mi querida madre,
Libérame
de los enemigos de mi alma
Y
los males temporales que me persiguen en la vida,
A
ti sean mis afectos de gratitud y devoción.
María,
Santa Dama,
Ruega
por todos nosotros a tu Santísimo Hijo,
Nuestro
señor y maestro
Amén.